abril 30, 2025

Publicado en Tendencias del mercado

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La resiliencia económica de España señala una oportunidad estratégica para los inversores inmobiliarios

El crecimiento revisado de España y su estabilidad económica están generando nuevas oportunidades estratégicas para inversores inmobiliarios en busca de valor a largo plazo.

Mohammad Butt Director de la Oficina de Lucas Fox en Barcelona

En una economía global marcada por la incertidumbre, España está emergiendo como una excepción. Mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha rebajado sus previsiones de crecimiento para gran parte del mundo —citando el aumento de las tensiones comerciales y los efectos colaterales de políticas proteccionistas— ha mejorado sus perspectivas para España, situando al país como uno de los pocos focos de crecimiento en un panorama económico mayoritariamente estancado.

Según las previsiones del FMI, el PIB español crecerá un 2,5% en 2025, lo que supone una notable revisión al alza con respecto a las estimaciones anteriores y supera con creces la media de la zona euro, prevista en sólo un 0,8%. Además, se prevé que España crezca más que la eurozona durante el resto de la década, con un 1,8% previsto para 2026 y un 1,7% en 2027, mientras que el resto de la eurozona lo hará un 1,2% en 2026 y un 1,3% en 2027.

¿Por qué se prevé que España vaya tan bien?

La economía española cerró 2024 con mejores resultados de lo previsto, impulsada por un sector servicios robusto y un mercado exportador dinámico, especialmente en turismo, tecnología y servicios profesionales. Además, las labores de reconstrucción tras las inundaciones provocadas por la DANA inyectaron inversión en las regiones afectadas, generando actividad económica adicional. Un factor clave ha sido también la limitada exposición de España a las fricciones comerciales entre Estados Unidos y otras economías avanzadas, lo que ha permitido esquivar parte de la volatilidad global.

Este contexto tiene implicaciones directas para el mercado inmobiliario. En un entorno donde muchos países europeos se enfrentan al estancamiento o la contracción, el dinamismo económico de España se traduce en mayor confianza del consumidor, estabilidad en el empleo y una demanda sostenida tanto en el segmento residencial como en el comercial.

¿Qué vemos sobre el terreno?

Lucas Fox, especializada desde hace años en atender a compradores internacionales en los principales destinos residenciales e inversores de España, ya está observando un repunte del interés por parte de inversores europeos y extracomunitarios. La combinación de estabilidad política, crecimiento económico e inflación moderada está generando condiciones propicias para la adquisición de activos, especialmente en ciudades clave como Madrid, Barcelona y Málaga, así como en la costa balear.

Más allá del crecimiento, lo que distingue a España es la claridad. En un panorama global fragmentado, el país ofrece previsibilidad a largo plazo. El FMI ha recomendado adelantar los ajustes fiscales previstos y preparar el terreno para futuras presiones derivadas del envejecimiento demográfico y el cambio climático. Pero lo hace desde una posición de confianza: España tiene margen de maniobra y tiempo para actuar.

Y eso importa, especialmente para el inversor inmobiliario. La confianza en la gobernanza económica de un país se traduce en confianza en su mercado inmobiliario. Los fondos institucionales continúan desplegando capital, los compradores de segunda residencia se sienten seguros en la solidez de sus activos, y los promotores ven el entorno adecuado para lanzar nuevos proyectos que enriquecen el ecosistema del sector.

Al mismo tiempo, está en marcha un cambio generacional. España ya no es vista únicamente como un destino de estilo de vida, sino como una base práctica para el trabajo remoto, la movilidad internacional y la preservación patrimonial. El atractivo clima, la conectividad digital, la oferta educativa internacional y un marco fiscal favorable para no residentes están posicionando al país como un hub europeo moderno.

Por supuesto, persisten desafíos. El FMI ha señalado la necesidad de vigilar el gasto público a largo plazo, especialmente en lo relacionado con el envejecimiento poblacional y la adaptación climática. Sin embargo, estas preocupaciones no son exclusivas de España. Lo que diferencia al país es que las afronta desde una posición de relativa fortaleza.

A medida que avanza la segunda mitad de la década, el caso español podría consolidarse como un ejemplo de crecimiento estratégico y silencioso, alejado del ruido de las turbulencias internacionales. Para los inversores que buscan fiabilidad, calidad de vida y perspectivas sostenidas de revalorización, eso podría ser precisamente lo más relevante. En un país donde el ladrillo sigue siendo un valor refugio, un respaldo macroeconómico sólido se ha alineado históricamente con una apreciación constante de los activos inmobiliarios prime.

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