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El mercado lujo en el País Vasco: estabilidad, exclusividad y belleza natural
Descubra por qué el mercado inmobiliario premium del País Vasco atrae cada vez a más compradores internacionales, escrito por Melina Ruiz, Directora Lucas Fox San Sebastián.
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El País Vasco —y en particular Gipuzkoa— lleva décadas consolidado como uno de los mercados inmobiliarios más estables y resilientes del país. En una coyuntura internacional marcada por incertidumbres macroeconómicas, desde guerras arancelarias hasta fluctuaciones monetarias y reajustes en las políticas fiscales europeas, San Sebastián y sus alrededores siguen ofreciendo algo muy difícil de encontrar: solidez, exclusividad y calidad de vida.
San Sebastián no es una moda pasajera: es un clásico. Ubicada en una geografía limitada entre el mar y las montañas, la escasez estructural de suelo edificable ha mantenido históricamente una tensión natural entre oferta y demanda. Desde que a finales del s. XIX, la Reina María Cristina comenzó a veranear en San Sebastián, construyendo el Palacio de Miramar, y que poco a poco se fueron construyendo otros edificios majestuosos de estilo francés, convirtiéndolo en un destino de veraneo de las clases altas del país, que comenzaron a frecuentarlo. Sería lo que en 1912 estalla como la mejor época: la “Belle Époque” donostiarra, con una increíble concentración de inauguraciones como la del balneario de La Perla, el hotel María Cristina, el Teatro Victoria Eugenia o el funicular del Monte Igueldo. Hoy, aún se mantiene esa tendencia, en un contexto donde se construye apenas la mitad de lo que se solicita, esa presión se traduce en un mercado en constante apreciación, con precios por metro cuadrado entre los más altos del Estado. Su aeropuerto se sitúa en la prestigiosa localidad costera de Hondarribia, uno de los pueblos con más encanto del País Vasco y donde también se dispone de uno de los mejores clubes de golf del país.
Pero lo que realmente diferencia a esta zona es su carácter internacional. La ciudad, ya célebre por su gastronomía —que acumula más estrellas Michelín per cápita que ninguna otra—, está experimentando una nueva ola de interés, en particular de compradores extranjeros con alto poder adquisitivo. Provenientes de países como Francia, Estados Unidos, Alemania o incluso Rusia y Latinoamérica, estos nuevos residentes encuentran aquí no solo belleza natural y una oferta cultural de altísimo nivel, sino también seguridad, sanidad pública de calidad y una integración fácil en la vida local.
El perfil del comprador ha evolucionado: ya no son únicamente madrileños o barceloneses en busca de una segunda residencia elegante. Hoy hablamos de profesionales internacionales, empresarios, ejecutivos y jubilados que buscan una residencia permanente o semipermanente, atraídos por un estilo de vida más templado y por la autenticidad del entorno.
El cambio climático también ha tenido un impacto silencioso pero palpable. Mientras las zonas del sur y centro de la península viven veranos cada vez más extremos, la suavidad del clima vasco, unido a su riqueza hídrica y paisajes verdes, empieza a ejercer un nuevo tipo de atracción. El norte ya no es solo un destino de vacaciones puntuales, sino un refugio vital.
Dentro del entorno, emergen con fuerza nuevas localizaciones que combinan autenticidad, belleza y potencial de revalorización. Localidades como Guetaria, con su bello paisaje frente al mar, su interesante historia, y su creciente reputación gastronómica; Zarautz, que conjuga surf, tradición y elegancia; o el monte Igueldo, desde donde la ciudad se contempla como una postal y donde se está construyendo un enclave exclusivo que se está revalorizando cada día. También destaca Zumaia, con sus imponentes flysch, acantilados que enamoran a los amantes de la naturaleza y del cine.
El País Vasco no necesita reinventarse. Su oferta está basada en valores sólidos: una ubicación estratégica entre España y Francia, una economía local diversificada con fuerte peso industrial, y una cultura vibrante que trasciende generaciones. Por eso, invertir aquí es algo más que adquirir una propiedad: es formar parte de un lugar con identidad, carácter y futuro.