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Vivir cerca de colegios internacionales: mucho más que una dirección
Cómo la cercanía a colegios internacionales impulsa el mercado inmobiliario de lujo en España: valor añadido, estatus y pertenencia a una comunidad para familias globales
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En el mercado inmobiliario de alto nivel en España, elegir una vivienda rara vez es una decisión al alzar. Uno de los factores decisivos para muchas familias internacionales es la distancia al colegio de sus hijos, no tanto los metros cuadrados o el estilo arquitectónico. La cercanía a un colegio internacional se ha convertido en uno de los grandes motores de la demanda residencial de Madrid, Barcelona o Marbella.
Cuando el colegio dibuja el mapa
En algunos mercados como Madrid, Barcelona, Marbella o Mallorca, más del 40 % de los compradores internacionales con hijos en edad escolar sitúan la proximidad al colegio entre sus tres prioridades principales, junto con la seguridad de la zona y la calidad de la vivienda. En la práctica, el primer filtro de estos compradores no es el barrio ni el precio, sino que la vivienda esté a un radio de diez o quince minutos del colegio.
Es fácil de entender. Los desplazamientos diarios pesan, pero hay algo más importante, aunque menos tangible: la vida social de muchas familias gira en torno al colegio. Los recién llegados forjan sus primeras relaciones en su entorno, ya sea en actividades deportivas, cumpleaños o encuentros profesionales. Vivir cerca es, en cierto modo, entrar más rápido a esa comunidad.
El valor de estar cerca
La consecuencia en el mercado es claramente visible. Las viviendas próximas a colegios internacionales de prestigio suelen mantener una demanda sostenida y se suelen vender en torno a un 10 % y un 20 % por encima del precio de las viviendas en zonas similares, pero sin colegios cerca. En algunos casos, la diferencia es aún más marcada. En Barcelona, por ejemplo, residir cerca de La Vall puede suponer hasta un incremento del 51 % en el valor de la propiedad.
Algunos barrios como La Moraleja en Madrid, Sant Just y Esplugues en Barcelona o Sierra Blanca en Marbella se han consolidado como ejemplos claros de cómo la concentración de colegios puede transformar zonas residenciales enteras y consolidar su identidad propia y su ubicación privilegiada.
Para los inversores, la lógica es igual de poderosa: estas viviendas suelen presentar altas tasas de ocupación y rentabilidades superiores a la media, alimentadas por el flujo constante de familias expatriadas que primero alquilan, antes de dar el paso de comprar.
Más que ladrillos y cemento
Pero reducir esta preferencia a una simple cuestión de práctica logística sería quedarse corto. Vivir cerca de un colegio internacional es también apostar por una vida social cosmopolita. Ejecutivos de multinacionales, diplomáticos, emprendedores y familias españolas pudientes conforman comunidades que dotan de estatus y dinamismo a determinados barrios.
Como explica Paloma Pérez, CEO de Lucas Fox:
«Las viviendas próximas a colegios internacionales no son solo casas. Son la puerta de entrada a una comunidad global. Para muchos compradores, el colegio define el barrio y sostiene su valor en el tiempo».
De esta manera, la vivienda deja de ser únicamente un espacio físico. Se convierte en parte de un estilo de vida: una red de contactos, un espacio de afinidad cultural y un entorno donde los hijos crecen en un contexto internacional y los padres encuentran un círculo social con personas afines.
Un estilo de vida arraigado en la educación
Desde La Moraleja a Sarrià–Sant Gervasi, pasando por Esplugues o Sierra Blanca, los colegios internacionales han pasado de ser simples instituciones educativas a auténticos catalizadores de la identidad de barrio. Ya no definen simplemente dónde vivir, sino también cómo vivir.
En un mercado cada vez más globalizado, donde un hogar se concibe como proyecto vital, además de como inversión, la cercanía a un colegio internacional ya no es un detalle práctico. Es el reflejo de una elección más amplia: apostar por un estilo de vida internacional, conectado y con una clara visión de futuro.